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I N TEMPORE SUEBORU M E L TIEMPO D E LOS SUEVOS E N L A GALLAECIA ( 4 1 1 - 5 8 5 ) EL PRIMER REINO MEDIEVAL DE OCCIDENTE VOLUMEN DE ESTUDIOS Deputación Provincial de Ourense presidente: José Manuel Baltar Blanco © de la edición: Deputación Provincial de Ourense, 2018 © de los textos: sus autores © de las ilustraciónes: sus autores coordinador de la publicación: Jorge López Quiroga produción editorial: Armonía Universal – Ourense diseño gráfico, maqueta y portada: B l a u – Ourense Impresión: Imprenta Mundo – A Coruña isbn: 978-84-16643-18-9 depósito legal: ou 400-2018 [Obra incluida en el plan de publicaciones de la Diputación de Ourense 2017] ÍNDICE CAPÍTULO I ¿Invasiones o migraciones? 1. Guy Halsall (Universidad de York) Barbarian Migrations and the Birth of Medieval Europe: From Unity to Diversity. 15 2. Michael Kulikoski (Universidad Estatal de Pennsylvania) The Invasions of 405-407: The Beginning of the End? 23 CAPÍTULO II Las gentes barbarae entre los siglos iv y vi: entre el mito y la realidad 3. Walter Pohl (Academia Austriaca de Ciencias/Universidad de Viena) The Military Transformation of the Roman World. 31 4. Eduard Droberjar (Universidad de Opole) The emergence of the Suevi and further developments in Bohemia. 35 5. Jaroslav Tejral (Universidad de Masaryk) Suebi north of the Middle Danube. 45 6. Michel Kazanski (cnrs-Colegio de Francia)-Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) – Patrick Périn (Museo Arqueológico Nacional de Francia, Saint-Germain-en-Laye/Universidad de París I-Panteón-Sorbona) Le costûme féminin «princier» de tradition germanique orientale à l’époque des Grandes Migrations en Espagne et en Gaule du sud et ses réminiscences dans le Royaume Hispano-Wisigothique. 61 7. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) – Natalia Figueiras Pimentel (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla) La orfebrería de los «príncipes bárbaros». Estudio de las técnicas de fabricación en oro y plata de los ajuares funerarios (siglos i-vii). 85 8. Ian Wood (Universidad de Leeds) Britania and the Barbarians. 99 9. Michel Kazanski (cnrs-Colegio de Francia) – Anna Mastykova (Academia de Ciencias de Rusia, Moscú) La tombe de Hochfelden (Alsace, France). 109 CAPÍTULO III In tempore sueborum. El tiempo de los suevos en la Gallaecia iii. 1. El Regnum sueborum 10. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid). Los Suevos y el Reino Suevo. Un viaje historiográfico y un preámbulo para una historia sin principio. 119 11. Pablo de la Cruz Díaz Martínez (Universidad de Salamanca) Requiario (448-456): Un rey para un reino frustrado. 129 12. Leila Rodrigues da Silva (Universidad Federal de Río de Janeiro) Monarquia e Igreja na Gallaecia na segunda metade do século vi. 135 13. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) El I y II Concilios de Braga y el «Parroquial Suevo». Élites eclesiásticas y control del territorio en la Gallaecia del siglo vi. 139 14. Ruth Pliego (Universidad de Sevilla). La moneda sueva: un destello fugaz en la historia monetaria de Gallaecia. 145 15. Fernando López Sánchez (Wolfson College, Oxford) El tipo monetal visigodo de victoria con palma y guirnalda acuñado en hispania: buscando la destrucción del reino suevo de Miro (572-584). 157 iii. 2. Poblamiento y territorio en la Gallaecia de época sueva 16. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) Hábitat, poblamiento y territorio en la Gallaecia de época sueva. 163 iii. 2.1. Los asentamientos fortificados de altura 17. Rafael M. Rodríguez Martínez (Servicio de Arqueología, Diputación de Pontevedra) «Cuando los muertos descansaban en la arena»: El yacimiento a lanzada en la tardo-antigüedad (Sanxenxo, Pontevedra). 181 18. Felipe Arias Vilas (Museo do Castro de Viladonga, Lugo /Facultad de Humanidades, Universidad de Santiago de Compostela, Campus de Lugo) O Castro de Viladonga como asentamento tardorromano. 187 19. Xullo Rodríguez González (Museo Arqueológico Provincial de Ourense) O conxunto arqueolóxico-natural de Santomé en época tardo-romana y tardo-antiga. 191 20. Brais X. Currás (Universidad de Coimbra) Recintos fortificados de cronología indeterminada en el valle del Baixo Miño: Apuntes para una interpretación histórica. 195 21. Luis O. Fontes (Universidade do Minho, Braga) O sítio arqueológico da Falperra (Braga). 201 22. Manuel Luis Real (Universidad de Oporto/Universidad Nueva de Lisboa) – António Manuel Silva (Universidad de Oporto/Universidad de Santiago de Compostela) Portumcale Castrum Novum na época sueva. 205 23. Teresa Soeiro (Universidad de Oporto) O Castro de Monte Mozinho (Penafiel, Porto) e o seu aro em época tardo-romana e tardo-antiga. 211 24. José Carlos Sastre Blanco – Patricia Fuentes Melgar (Asociación Zamora Protohistórica) El Castillón (Santa Eulalia de Tábara, Zamora): Un asentamiento fortificado tardo-antiguo en la frontera del Regnum Suevorum. 217 25. Alberto Garín (Universidad Francisco Marroquín)- Felipe Asenjo (Universidad Europea de Madrid). Bergidum (Castro Ventosa, El Bierzo, León). 223 iii. 2.2. Los núcleos urbanos principales y las aglomeraciones secundarias 26. Enrique González Fernández (Servicio Municipal de Arqueología, Ayuntamiento de Lugo) Lucus Augusti en época tardo-romana. 229 27. Manuela Martins – Jorge Ribeiro – Fernanda Magalhães – Raquel Martínez Peñín (Universidade do Minho, Braga) Braga em época tardo romana e tardo antiga. 235 28. Manuela Martins (Universidade do Minho, Braga) A ocupação tardo antiga da área do teatro de Bracara Augusta. 241 29. Vitorino García Marcos (Servicio de Arqueología, Ayuntamiento de León) – Ángeles Sevillano Fuentes (Servicio de Arqueología, Astorga) Legio (León) y Asturica Augusta (Astorga) en época tardo-romana y tardo-antigua. 247 30. Pedro Mateos Cruz (Instituto de Arqueología de Mérida-csic) La Mérida tardorromana: de capital de la diocesis hispaniarum a sede temporal de la monarquía sueva. 253 31. Maria do Rosário Morujão (Facultad de Letras, Universidad de Coimbra) Lamego no tempo dos Suevos. 259 32. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) Conimbriga en época sueva. Evolución y transformación de una ciuitas romana en la Antigüedad Tardía. 263 33. José María Eguileta Franco (Departamento de Arqueología, Ayuntamiento de Ourense) Auria en época tardo-romana. 269 34. Silvia González Soutelo (Universidad de Vigo, Facultad de Historia, Campus de Ourense) El enclave de Tude/Tudae entre el período romano y altomedieval. 273 35. José Suárez Otero (Universidad de Santiago de Compostela) Iria Flavia: de puerto romano a centro de poder suevo. 277 iii. 2.3. El ámbito rural 36. Álvaro Rodríguez Resino El yacimiento de ‘Adro Velho’ (O Grove, Pontevedra). 283 37. José Carlos Sánchez Pardo (Universidad de Santiago de Compostela) La ocupación tardo-antigua del yacimiento de A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña). 287 38. Silvia González Soutelo (Universidad de Vigo, Facultad de Historia, Campus de Ourense) El yacimiento de Moraime (Muxía, A Coruña). 291 39. Avelino Gutiérrez González (Universidad de Oviedo) El territorio y poblamiento rural asturleonés en época sueva y visigoda. 299 40. Margarita Fernández Mier (Universidad de León) Asturias en época tardo-antigua. 305 41. Paula Ballesteros Arias (Instituto de Ciencias del Patrimonio, incipit-csic-Santiago de Compostela). Una aproximación al estudio del paisaje agrario en Galicia en época sueva. 309 iii. 3. El comercio en la Gallaecia de época sueva 42. Adolfo Fernández Fernández (Universidad de Vigo, Facultad de Historia, Campus de Ourense) El comercio en el noroeste peninsular en época tardo-antigua (siglos iv al vii). 317 43. Enrique Alcorta Irastorza (Museo Arqueológico Provincial de Lugo) Panorámica breve de los procesos de producción/distribución/comercialización de materiales cerámicos de Lucus Augusti. 331 44. Rui Morais (Universidad de Oporto) – Mario Barroca (Universidad de Oporto) Braga e Falperra na época sueva: dois sítios, uma sede. 343 iii. 4. La edilicia cristiana en la Gallaecia de época sueva 45. Artemio M. Martínez Tejera (Universidad Autónoma de Madrid) La «influencia oriental» en la arquitectura cristiana de Gallaecia in Tempore Sueborum. 349 46. Justino Maciel (Instituto de Historia del Arte, Universidad Nueva de Lisboa) Existe uma arte sueva? 359 47. Antonio Rodríguez Colmenero (Universidad de Santiago de Compostela) Santa Eulália de Bóveda: trazos cronológicos en la evolución de una edificación sacra a lo largo de la Antigüedad Tardía. 363 48. Antonio Rodríguez Colmenero (Universidad de Santiago de Compostela) El oratorio paleocristiano de Ouvigo (Os Blancos, Ourense): breve revisión. 365 49. Rebeca Blanco-Rotea (Universidad de Santiago de Compostela/Universidade do Minho, Braga) Un pequeño edificio del siglo vi oculto bajo la basílica de la Ascensión (Santa Mariña de Aguas Santas, Ourense). 367 50. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) – Natalia Figueiras Pimentel (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla) Ecclesia edificata inter alpes roccas nominata. El complejo rupestre de San Pedro de Rocas (Esgos, Ourense). 373 51. José Avelino Gutiérrez González (Universidad de Oviedo) El conjunto cultual cristiano de Marialba de la Ribera (Villaturiel, León). 395 52. Pedro Mateos Cruz (Instituto de Arqueología de Mérida) El complejo cultual cristiano de Santa Eulalia de Mérida. 399 53. Luis O. Fontes (Universidade do Minho, Braga) O sítio arqueológico de Dume (São Martinho). 403 54. J. A. Gonçalves Guimarães (Núcleo museológico ‘Solar Condes de Resende’) O edif ício de tradição romana sob a igreja do Bom Jesus de Gaia (Vila Nova de Gaia – Portugal) destruído nos últimos dias do reino dos Suevos. 409 55. Lino A. Tavares Dias (Universidad de Oporto) A igreja tardo-antiga em Tongobriga (Freixo, Marco de Canaveses, Porto). 413 iii. 5. El mundo funerario en la Gallaecia de época sueva 56. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) Redimensionando el estudio del mundo funerario tardo-antiguo. Pervivencia y transformación en los ritos y prácticas mortuorias en la Gallaecia de época sueva. 421 57. José Suárez Otero (Universidad de Santiago de Compostela) Compostela, Santiago y los confines del reino suevo. 439 58. Patricia Valle Abad (Universidad de Vigo, Facultad de Historia, Campus de Ourense) La necrópolis medieval de la capilla de San Salvador das Rozas (Medeiros, Monterrei, Ourense). 443 59. Silvia González Soutelo (Facultad de Historia, Campus de Ourense, Universidad de Vigo) El yacimiento de Currás-Tomiño. 447 60. Andreia Arezes (Universidad de Oporto) Beiral do Lima: uma necrópole do século V no território da Gallaecia. 453 61. Francisco Javier Heras Mora (Servicio de Arqueología, Junta de Extremadura) – Ana Belén Olmedo Gragera Rechila, rex suevorum, emeritam ingreditur. La sedes regia de Mérida a través de sus princesas. 457 62. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) Las laudas funerarias con la representación del orante y la estola: Élites eclesiásticas, jerarquía y territorio en la Gallaecia tardo-antigua. 461 63. Olalla López Costas (Facultad de Biología, Universidad de Santiago de Compostela) Salud y dieta en la Gallaecia de los siglos iii al viii a través de los esqueletos. 469 64. Celia Chaves Rodríguez (Universidad de Extremadura) Salud y enfermedad a través de los indicadores patológicos de la necrópolis tardo-antigua de Mérida. 477 La Orfebreria de los «príncipes barbaros» Estudio de las técnicas de fabricación en oro y plata de los ajuares funerarios (siglos iii-vii) Jorge LÓPEZ QUIROGA (Universidad Autónoma de Madrid) Natalia FIGUEIRAS PIMENTEL (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla) on ocasión de la celebración de la exposición In Tempore Sueborum1 hemos tenido la posibilidad de estudiar y analizar un elenco único de objetos, mostrados simultáneamente por primera vez, pertenecientes en su mayoría a conjuntos funerarios (depósitos y ajuares de indumentaria y/o adorno personal) que se vinculan a lo que en la historiograf ía se conoce como «tumbas principescas» (López Quiroga 2011). Se trata de objetos hallados en contexto funerario que permiten documentar el status y/o rango social, político y económico de los individuos inhumados, relacionados con los Bárbaros entre el Danubio y la Península Ibérica desde el siglo III al VII de nuestra era. En todos ellos observamos un común denominador, además de su status, puesto que evidencian elementos de vestimenta y/o adorno personal idénticos, particularmente entre los siglos IV y VI (período conocido como de las «Grandes Migraciones» bárbaras en Occidente), elaborados como veremos con técnicas y métodos de fabricación muy similares, que han sido definidos muy acertadamente como «moda póntico-danubiana» (Kazanski). Este carácter homogéneo en el tipo de objetos, que documentamos desde el Mar Negro hasta el Norte de África, nos permite conocer de primera mano (sin el «filtro» que supone la interpretatio romana2: López Quiroga 2011) algunos aspectos de estas «sociedades bárbaras», en este caso a partir de los ritos y prácticas funerarias, que muestran un hilo conductor común para las élites bárbaras durante la Antigüedad Tardía, a través de un elemento tan identificativo como es la vestimenta. La mayoría de los objetos analizados, como indicábamos, poseen un claro contexto funerario, incluyendo un registro arqueológico más o menos fiable, fechándose entre mediados del siglo del III y finales del siglo VI: la f íbula de plata y oro de la tumba II de Krakovany-Stráže (Eslovaquia) (Fig. 4.7) (Kolník 1964: 417-420), situada en la segunda mitad del siglo III; el collar de oro con crismón: Fig. 4.8 y la f íbula de arco3: Fig. 3.1, halladas en una tumba femenina de Répcelak4, en Hungría, fechadas en el tercer cuarto del siglo V (Kiss 2001); varios objetos de la tumba 5 de Keszthe- C 1 Celebrada en Ourense entre el 15 de diciembre de 2017 y el 6 de mayo de 2018, con el título In Tempore Sueborum. El Tiempo de los Suevos en la Gallaecia (411-585). La creación del primer reino medieval de Occidente, promovida y patrocinada por la Diputación Provincial de Ourense. Comisariada por Jorge López Quiroga y Artemio Martínez Tejera. 2 La «visión romana» de los Bárbaros, puesto que es Roma la que trasmite un relato sobre ellos tan subjetivo como interesado. 3 Se trata de un par de f íbulas, entre las de mayor tamaño en su tipología, que se hallaron a los pies de la difunta, junto con un fragmento de hebilla de cinturón, lo que evidencia que estas piezas de vestimenta fueron colocadas directamente en la tumba; habitualmente el par de f íbulas se localiza a la altura de las clavículas. 4 Sabemos de su contexto funerario por el hallazgo casual de un habitante de la aldea de Répcelak de una tumba femenina mientras trabajaba en un pozo, aunque los objetos llegarían al Museo Nacional de Hungría (Budapest) a través de un conocido anticuario. ly-Fenékpuszta5 (Hungría), entre ellos un par de pendientes de oro en forma de media luna: Fig. 2.2, un alfiler para la ropa en oro, plata y perlas, con la inscripción Bonosa: Fig. 5.2, junto con un collar en oro, granate, vidrio y lapislázuli: Fig. 5.1, y un anillo de bronce dorado: Fig. 3.2., todos ellos de mediados del siglo VI (Barkóczi 1968; Garam 1991, 2001; Vida 2011; Horváth-Rácz 2016; Heinrich-Tamáska 2016); diversos objetos documentados en la rica tumba XXXII6 de la conocida necrópolis de Smolín (Moravia, República Checa), entre los cuales hemos analizado una f íbula de plata: Fig. 3.5, una pulsera o brazalete, también de plata: Fig. 2.8, dos pendientes de oro: Fig. 4.6, un anillo: Fig. 2.4 y una hebilla de cinturón: Fig. 3.3, ambos de plata, y por último un par de pendientes de plata y bronce: Fig. 4.4 (Tejral 1973, 1982); varios objetos de la tumba de un adolescente hallada en 1874 en Bailleure (Etrigny, Saône-et-Loire, Francia), y concretamente un par de f íbulas de plata dorada: Fig. 3.4, un utensilio de tocador de plata: Fig. 2.5, y cuentas de collar y colgantes en oro y plata: Fig. 5.3 (VV. AA. 1990, 2001); y una serie de objetos formando parte de elementos de vestimenta y adorno personal hallados en la necrópolis tardo-antigua de Mérida (Badajoz), como una serie de placas en oro: Fig. 4.2, un par de pendientes igualmente en oro con remate poliédrico: Fig. 2.3, un collar o diadema en oro y granates: Fig. 4.5, unas cuentas tubulares también en oro: Fig. 4.3, y un par de agujas realizadas en oro: Fig. 2.7, fechados en la primera mitad del siglo V (Heras Mora-Olmedo Gragera 2014). Otra serie de piezas son fruto de hallazgos «fortuitos», por lo tanto sin ningún tipo de contexto: el broche de Baamorto (Monforte de Lemos, Lugo)7: Fig. 5.4, datado de la primera mitad del siglo V (Vázquez Seijas 1956-1957; Núñez Rodríguez 1976; Arias Vilas 1991; Casal García-Blanco Sanmartín 1998; Koch 1999; López Quiroga 2004, 2010; Pérez Rodríguez-Aragón 2008); el anillo de Romelle: Fig. 2.1 (Reinhart 1947; Vázquez de Parga 1947; Ruiz Trapero 2004; Balmaseda Muncharaz 2009; Gutiérrez Cuenca 2009); el anillo signatario de Alarico II8: Fig. 5.5, fechado entre los 5 Esta tumba forma parte del llamado cementerio-horreum de Keszthely-Fenékpuszta (un castrum de 15 hectáreas), hallado en 1959, y en el que se documentaron 31 inhumaciones, precisamente al este del granero; la tumba 5 se corresponde con una inhumación femenina infantil con ataúd de madera con depósitos y ajuares funerarios. 6 La importante necrópolis de Smolín fue descubierta en 1951 en un yacimiento de amplia secuencia ocupacional; la tumba xxxii que nos ocupa fue parcialmente dañada, tratándose de una fosa funeraria de 2,5 m de longitud y 2,1 m de profundidad, siendo el cráneo el único resto óseo conservado correspondiéndose con un individuo femenino de unos veinte años de edad. 7 Se trata de un broche hallado casualmente en 1920 compuesto de dos partes: una f íbula de forma ovalada unida a otra placa metálica casi circular, realizado en chapado de oro y cabujones de pasta vítrea. 8 El anillo de Alarico II es uno de los tesoros del Kunsthistorisches Museum de Viena, y fue adquirido en 1784. El anillo que sostiene el sello es del siglo xvi y fue probablemente añadido por Graf Ulrich IX de Montfort-Rothenfels (fallecido en 1574). La matriz del sello fue grabada en una de las piedras preciosas más duras que existen: zafiro, esmeralda o rubí azul pálido. 85 siglos V y VI (Schramm 1954; Wolfram 1967; Breckenridge 1979; Schulze-Dörrlamm 1990; Zwierlein-Diehl 1991; Schmauder 2002; Silvan 2003; Spier 2007; Kornbluth 2008); o la hebilla de plata dorada y nielada con inscripción rúnica de mediados del siglo V9: Fig. 1, junto con un par de f íbulas de plata10 de mediados del tercer cuarto del siglo V: Fig. 4.1, ambas procedentes de Szabadbattyán, en Hungría, situada a mediados del siglo V (Beninger 1931; Fettich 1928; Bona 1971; Kiss 1980). Contamos, también, con piezas que son el resultado de excavaciones sobre las que carecemos de registro estratigráfico conocido: como la necrópolis descubierta en Beiral (Ponte de Lima, Portugal), en la que se localizaron una serie de depósitos y ajuares funerarios, entre los que hemos procedido a analizar un anillo de oro con granates y decoración cloisonné: Fig. 5.6, y una diadema de oro con colgantes: Fig. 2.6 (Viana 1961; Almeida 1986; Barroca 1987; López Quiroga 2001, 2010; Arezes 2012; 2017; Pinar Gil-Ripoll López 2008); idéntica situación es la de la tumba hallada en Beja (Alemtejo, Portugal), en donde se documentaron varios elementos de vestimenta y adorno personal junto con una gran spatha, habiendo analizado en el marco de este estudio una de las hebillas de cinturón con decoración cloisonné: Fig. 5.7 (Campos 1906; Martínez Santa Olalla 1934; Supiot 1934; Figueiredo-Paço 1947; Viana 1953, 1960, 1961; Almeida 1962; Cardozo 1967; Hauschild 1986; Barroca 1987; Kazanski 1991; Pérez Rodríguez-Aragón 1998; Lebedynsky 2001; Rodríguez Resino 2003, 2004; López Quiroga 2004, 2010; Arezes 2011, 2012). Origen y vinculación, a nivel técnico, entre estos objetos bárbaros y la tradición que les precede. El estudio pormenorizado de la topograf ía de las piezas y especialmente, de la técnica de fabricación, nos ha permitido aproximarnos a los objetos estudiados desde un aspecto material que nos hace establecer una serie de relaciones y conclusiones a mayores de su dimensión formal, tipológica o histórica. Al tratarse de una primera fase del proceso de investigación en el que el método de análisis ha sido principalmente microscopía óptica (MO), hemos puesto el acento en el procedimiento de fabricación y en lo que ello podía suponer de revelador para comprender el sistema de trabajo, la organización del mismo y aproximarnos a quiénes y cómo realizaron la orfebrería de este período, asociada a una moda concreta y a unas élites determinadas. La especialización de los artesanos que están detrás de esta orfebrería y su gran pericia en los resultados, nos hace pensar entre otras cosas, que no es algo nuevo y que estamos ante un trabajo de gran tradición artesanal milenaria, que llega a estos momentos, cargado de influencias en todos y cada uno de los procesos de ejecución y que, como en otros periodos históricos, supone un pequeño avance e innovación en la fusión de múltiples tradiciones anteriores, de culturas y orígenes diversos. Esto da lugar a unos tipos con carácter propio como resultado de una labor de fusión tecnológica, que suele caracterizar a los procesos de configuración de la historia material. Es por ello necesario identificar, en los objetos estudiados, cuántos procedimientos históricos hallamos en ellos y de qué manera se produce su adaptación o transformación en este periodo cronológico (siglos III-vii), hasta 9 Ingresó esta pieza a través de un anticuario en el Museo Nacional de Hungría (Budapest); en el interior de la placa de cinturón, por la parte que no presenta decoración, hay una inscripción en caracteres rúnicos con el nombre Maring, que se interpreta como un antropónimo «suevo». 10 Estos objetos, junto con otras piezas similares en plata y vidrio, se hallaron a proximidad de la ciudad romana de Gorsium y llegaron al Museo Nacional de Hungría (Budapest) a través de un anticuario. El contexto funerario de este hallazgo se puede deducir por la localización de una rica tumba femenina en el lugar de Szabadbattyán, fechada en el siglo V, con motivo de la construcción de la línea de ferrocarril. 86 llegar a lograr la singularidad de los objetos característicos de la moda póntico-danubiana, una orfebrería que podríamos denominar, de mestizaje y tradición. Nos hemos centrado en el uso del oro y la plata, con aplicaciones de materias semipreciosas, por tratarse de objetos que contienen una alta especialización técnica y excepcionalidad en su ejecución. Los mejores procedimientos, las técnicas más elaboradas y dificultosas, la excelencia en el virtuosismo técnico, son aspectos que vamos a encontrar en la orfebrería vinculada a estas élites bárbaras. El uso del bronce, el cobre o el hierro, estará más en relación a otro tipo de talleres artesanos que por interpretación e imitación, se inspirarán en motivos similares tipológicos, pero recurriendo a técnicas de fabricación simplificadas y aptas para los materiales manipulados. Es importante entender desde un principio, que el aspecto formal y tipológico de la orfebrería es consecuencia en una parte notable de los procesos tecnológicos, es decir, el granulado por ejemplo, o la filigrana al aire, van a dotar a la pieza de una serie de características concretas estéticas, a diferencia del uso del esmalte o el dorado aplicados. Diseño y tecnología van de la mano, pero una es consecuencia de la otra y viceversa. Cuando el objeto creado en cuestión utiliza una técnica diferente, como la imitación del granulado o la filigrana por estampación de matrices, entonces estamos ante objetos similares en lo formal, pero completamente diferentes en cuanto a la ejecución, pasando a un segundo nivel en la categoría técnica del objeto, por ser fruto de la simplificación y economía del proceso. Nos interesan pues aquellos que recurren en su producción a un proceso tecnológico propio. Si nos remontamos según datación por radiocarbono al 4.600-4.200 a. C., concretamente a la tumba nº 43 de la Necrópolis de Varna en Bulgaria, hallada en 1972 por Mijaií Lazarov e Iván Ivanov, podemos comprender cómo el uso del oro, su tecnología de transformación y la funcionalidad de dicha orfebrería se mantendrían con tímidas variaciones durante los 4.800 años siguientes. El uso de estos objetos con fines de distinción social son ya aquí de uso generalizado (Todorova 1982), del mismo modo que en la orfebrería póntico-danubiana, las élites y sus escalas se diferencian en sus enterramientos precisamente por el tipo de objetos, artificiosidad técnica y valor material de los mismos. Si además tenemos en cuenta que estos objetos contenían una marcada dimensión simbólica, de memoria y que engalanaban al difunto en el momento de sus exequias, es fácil concluir que los artesanos gozarían de algún tipo de reconocimiento social y/o proximidad a las élites demandantes. Este reconocimiento, de algún modo, ya es presente en esta necrópolis de fines del Calcolítico, ya que junto con tumbas de líderes de grupo se encuentran enterramientos específicamente de artesanos, aspecto muy interesante para nuestro estudio ante las evidencias de herramientas presentes en dichos enterramientos, de las que destacan los troqueles y cinceles. La existencia pues de un artesanado o grupo de artesanos, con tecnología, aunque limitada, definida, está vinculada al poder. De alguna manera, sus objetos y útiles suponen un instrumento que es imagen de su virtud en el arte de la orfebrería, por lo que en su última exhibición ante su comunidad, en el lecho de muerte, se muestran públicamente engalanados por sus creaciones y los recursos que las hacen posibles. Esto nos hace pensar que, ya en este periodo, la destreza tecnológica, además del material noble, fueron motivo de exhibición. No es de extrañar que, según el rango del individuo inhumado, siglos después la complejidad de los objetos sea un elemento diferenciador. En esta necrópolis se hace patente que los orfebres ya empleaban técnicas como la lámina de oro batida, recortada y perforada, la lámina repujada y troquelada en forma de brácteas circulares semiesféricas, el fundido y vaciado de oro para la obtención de cilindros, brazaletes y cuentas, el uso de alambre de oro torsionado en espiral y las cuentas de ámbar y cornalina para las aplicaciones. Podemos decir de hecho, que estas técnicas de ejecución se van a mantener, con variaciones y perfeccionamiento en algunos objetos sometidos a estudio en este proyecto, como es el caso de las brácteas de las tumbas de la necrópolis de Mérida, los cilindros de plata que acompañan tumbas como la de Beiral, el uso de oro macizo vaciado a molde del brazalete cuado de la tumba de Zohor, los collares de ámbar de la necrópolis de Vigo (Rúa Hospital) o la tumba infantil del Museo de Stuttgart, respectivamente. Si algo, además, llama especialmente la atención, es la disposición y ubicación de algunos de estos elementos, y hablamos concretamente de las brácteas de oro. Se trata de aplicaciones sobre la indumentaria, placas ornamentadas que se fijan por cosido a los tejidos con los que visten al difunto. Puede tratarse de una costumbre extendida ya en la propia vestimenta de uso (gala) o destinarse exclusivamente para el momento de la muerte, con otro sentido. Si atendemos a la evolución de la indumentaria regia y cortesana de siglos posteriores, así como a las representaciones de las mismas, en pinturas, mosaicos, miniaturas e incluso en escultura, cabe pensar que no distaría mucho de esta realidad protohistórica. Estas placas presentan perforaciones para ser fijadas por hilo al tejido de base, las hallamos aquí 4.600-4.200 a. C. y las encontramos de nuevo en la primera mitad del siglo V d. C. con las brácteas de la necrópolis de Mérida. Tras el análisis de su procedimiento técnico (Estudio estereoscópico de la topograf ía y sedimentos a 1x-20x), así como de las huellas dejadas por el uso, especialmente en el reverso, podemos confirmar, que efectivamente estaban cosidas a un soporte blando; ¿tocado?, ¿sudario?, esto todavía por determinar (Fig. 4.2) o en la tumba femenina de Hochfelden (Alsacia, Francia). Es muy interesante este tipo de ornamento de indumentaria por su belleza, riqueza visual y pervivencia en el tiempo; no hay que olvidar que se trata de un recurso que llegará hasta la Edad Moderna y que podemos encontrar en la indumentaria litúrgica, en especial en las representaciones escultóricas y pictóricas de santos, profetas y apóstoles con la técnica conocida como el brocado aplicado; no muy diferente, si pensamos en el modo de ejecución del repujado en oro que ahora destacamos. El uso de la cera perdida a molde abierto, el pulido de ensambles o rebabas creadas por el corte del metal, las perforaciones a golpe de cincel, el puntillado punto a punto y el plegado de los bordes de lámina recortada, forman parte de ese acabado tecnológicamente mejorable, pero cronológicamente admirable, que ya encontramos en la Necrópolis de Varna.11 Métodos de ornamentación y acabado que son comunes a muchos de los objetos aquí estudiados, con modificaciones, no excesivamente sustanciales, si pensamos en los miles de años transcurridos. Que el oro es maleable y que su obtención era relativamente sencilla es sabido desde este período (Perea 1991) y que, por lo tanto, resulta agradecido al golpeo y a la fusión, también. Por ello no es de extrañar, que el uso de lámina batida, repujada y cincelada sea una técnica recurrente con el paso del tiempo, alcanzando perfecciones posteriores a la necrópolis de Varna, como en la Capa de Oro de Mold (Flintshire, Norte de Gales) realizada entre 1.900 y 1.600 a. C. De alguna manera es aquí donde comienza la tecnología del oro, con un proceso de ejecución en el martillado en frío muy desarrollada, tras un proceso de fundido en crisol y vaciado en lingotera, encontrándolo también en la Península Ibérica, en el Calcolítico Campaniforme (Perea 1991: 43), como vemos en la lámina de revestimiento decorada del sepulcro de corredor de Las Canteras, en Sevilla (Perea 1991: 47). Para la fabricación, en este caso, de la lámina durante el batido era necesario el recocido, posteriormente el moldeado para adaptarla, el recortado y, por último, el acabado (Perea 1991: 49). Dicho procedimiento, aquí muy abreviado, lo hallamos en numerosos objetos de las élites bárbaras, tal es el caso de la hebilla de cinturón en plata con inscripción rúnica, correspondiente a la tumba xxxii de Smolin (República Checa) o el par de f íbulas de plata de mediados del tercer cuarto del siglo V de Szabadbattyán (Museo Nacional de 11 Armbruster, Bárbara: «El oro en los inicios de la metalurgia: Orfebrería en el cementerio calcolítico de Varna, Bulgaria», in: Congreso Internacional de Arqueoloxía do Ouro (7, 8 y 9 de noviembre de 2018, Museo Provincial de Lugo), Lugo, en prensa. Hungría, Budapest), entre otros. También es un procedimiento, el del metal batido en frío y recocido, de los primeros a efectuar en los trabajos de orfebrería vinculada a los bárbaros, antes de proceder con ornamentos más elaborados que se aplican a dicha placa. En este caso, el metal es preparado y recortado, adquiriendo forma de plancha o caja sobre la que se dispondrán aplicaciones, repujado, incrustaciones, filigrana, granulado, o cualquier otro trabajo de carácter más preciso, tal y como encontramos en las cuentas de collar de lunas (Fig. 5.3) y las f íbulas de plata de la tumba de una adolescente hallada en Balleure (municipio de Etrigny, Saône-et-Loire), procedente del Musée Denon (Chalon-sur-Saône, Francia) (Fig. 3.4), el Broche de Baamorto de la primera mitad del siglo V (Museo Provincial de Lugo) (Fig. 5.4), o el collar de la tumba número 5 de Keszthely-Fenékpuszta de finales del siglo V principios del VI, procedente del Balatoni Museum (Keszthely, Hungría) (Fig. 5.1). En una serie de piezas póntico-danubianas localizadas en la colección Martí Esteve (Barroso-Morín 2014), identificamos el uso de la lámina batida en frío como primera fase del trabajo del orfebre, el recortado de la misma y una segunda fase de repujado y en algunos casos plegado, a falta de finalizar el proceso completamente. A pesar de que consideramos que se trata de objetos inacabados, sirven de muestra perfecta para comprender la importancia de este procedimiento del batido en frío común a la orfebrería del Calcolítico, a la que hacíamos referencia en la necrópolis de Varna, o a la orfebrería que estudiamos de las élites bárbaras. Este procedimiento, que consideremos una de las bases-orígenes de la tecnología en orfebrería, se va a perfeccionar en gran medida, gracias a la labor precisa de los artesanos del mundo sumerio; teniendo en cuenta que la tradición desarrollada por estos artífices se expande con posterioridad al oeste de Asia y Mediterráneo, con su llegada a Turquía, se observan técnicas comunes en un espacio tiempo muy próximos, que van a permanecer en la cultura y tradición del artesanado orfebre. El dominio de la hoja batida es tal en Mesopotamia (3.000 a. C) que si analizamos las numerosas tumbas reales de Ur (Molina 2010: 521-551) y en especial, las de diez cortesanas cuyos tocados exuberantes y llenos de riqueza visual ornamental destacan por su aspecto formal, podemos identificar un avance en la técnica del batido en frío, con el posterior recortado y repujado, donde la lámina, siendo de menor espesor, se pone al servicio del objeto de adorno y configura una gran variedad de formas. Al tratarse de tocados, las posibilidades de combinación entre elementos es mayor, de ahí que la asociación entre hoja de oro y hoja de vegetación sea un recurso natural, no obstante, a pesar de su sencillez, es la composición entre elementos la que le dota de preciosismo ornamental. Esto mismo lo encontramos en los objetos de orfebrería póntico-danubianos, donde la riqueza formal en tocados, diademas y collares, hará que definamos sus influencias siempre con un marcado carácter oriental. Tal referencia, que con razón continuadamente se establece con la orfebrería bizantina, establece sus vínculos mucho más atrás en el tiempo, concretamente con la orfebrería realizada por los artesanos sumerios; y es de ahí de dónde procede su fuerte inspiración oriental. En estas Tumbas Reales de Ur del periodo Dinástico Antiguo III 2.600-2.300 a. C. (descubiertas en 1926-1927 por Sir Leonard Woolley), como la tumba del rey Meskalamdug y la Tumba de la reina Pu-abum, es donde encontramos las técnicas de orfebrería que después formarán parte de la metodología habitual de los artesanos de los «príncipes bárbaros», siendo los Sumerios los primeros en utilizarlo: el granulado, la filigrana, el hilo de oro con variaciones (liso, trenzado, moldeado y cortado hasta hacer U o lágrimas), la soldadura, el calado-opus interrasile, la lámina batida, el repujado y los acabados conocidos de limado, pulido, etc. Lo que evidencia que estos artesanos Sumerios, además de ser los primeros en emplear estas técnicas, fueron a su vez los que establecieron la base de la orfebrería que marcaría los siglos sucesivos, en lo que a técnicas de ejecución se refiere. El repertorio tipológico-formal será el que en base a los diseños diferenciados, vaya suponien87 do realmente una evolución o renovación, más que tecnológica, artística, en todos los periodos que le suceden. Ya en estos momentos, tanto hombres como mujeres, empleaban pendientes, diademas, brazaletes, ornamentos pectorales, etc.; pero era la mujer la que mayor ornamento portaba, destacando sobre todo el tocado. Los paralelos que identificamos son los pendientes en forma de media luna y sobre todo las cuentas huecas romboédricas de la diadema de la necrópolis de Beiral (Fig. 2. 6), la cuenta romboédrica con filigrana visigoda del Forte de Lovelhe de Vila Nova de Cerveira (Portugal), el característico troquelado en círculos del brazalete cuado de Zohor (Último tercio del siglo I, Slovenské Národné Múzeum - Archeologické Múzeum (Bratislava, Eslovaquia) o el alambre-hilo enroscado en forma de espiral, como el anillo de plata de la tumba xxxii de Smolin (Región del sur de Moravia,, Regionální Muzeum v Mikulově, Mikulov, República Checa) (Fig. 2. 4). Igualmente, es común en el mundo sumerio el uso del lapislázuli y cornalina como materiales semipreciosos para cuentas, asistiendo a la combinación del oro con el color rojo y azul ultramar, como también veremos en la orfebrería de los «príncipes bárbaros», aunque el predominio del color rojo sea mayor y el material mude al uso del ámbar y el granate, y a la pasta vítrea mayoritariamente para los azules, aunque encontremos también lapislázuli en el collar de la tumba número 5 de Keszthely-Fenékpuszta (Hungría). El empleo de estos materiales procedentes de la India o Afganistán, nos hablan del comercio existente entre Oriente Medio y Extremo Oriente ya en estos momentos (3.000 años antes), aunque dada la calidad técnica en el trabajo de las piedras y el oro, puede remontarse a mucho tiempo atrás, puesto que la tradición técnica-tecnológica se transmite, al igual que se comercian las materias primas y su proceso de perfeccionamiento es lento. A su vez, es probable que estos artesanos sumerios, bebiesen de los modos de hacer de aquellos territorios con los que tenían relaciones establecidas. El flujo entre Oriente y Occidente se hace también palpable en la orfebrería, y se mantiene hasta el momento que nos ocupa, los siglos III al VI. El caso de los granates pertenecientes a diversos elementos de adorno y vestimenta personal de la reina merovingia Aregonda, evidencia estos contactos comerciales a larga distancia. En efecto, el análisis f ísico-químico de dichos granates ha permitido documentar que proceden de la India, lo que estaría indicando la llegada de dichos materiales a Occidente al menos hasta la segunda mitad del siglo VI, como consecuencia de un cambio en la situación política que motivó la interrupción de ese flujo comercial y por lo tanto de los granates (Périn et al. 2005; Périn 2015). Cuando analizamos objetos del siglo I, como el brazalete cuado de Zohor, vinculado a estos pueblos bárbaros, y atendemos al trabajo casi escultórico de las cabezas que lo rematan, así como cuando intentamos valorar el nivel de modelado preciso y estudiado de las piezas en cera que serán vaciadas en los moldes cerámicos que dan lugar a orfebrería de este tipo, como el par de f íbulas de arco de Répcelak del tercer cuarto del siglo V (Museo Nacional de Hungría, Budapest) (Fig. 3. 1), sabemos que el proceso de modelado y vaciado tiene que tener un claro precedente tecnológico. Lo encontramos no muy lejos cronológicamente, en los artesanos del imperio sasánida (226-651 d. C.), que llegan a perfecciones técnicas y formales ya habituales en este procedimiento, como podemos reconocer en una cabeza de caballo sasánida del siglo IV, hoy en el Museo del Louvre. De igual manera, la técnica de lámina de oro batida, recortada y cosida a un tejido, el hilo de oro trenzado en cadenas loop in loop, la técnica de cloisonné y sobre todo, el granulado sobre placas triangulares, serán paralelos tecnológicos que hayamos tanto en la orfebrería de la moda póntico-danubiana, como siglos antes en el periodo aqueménida (550 a. C. – 330 a. C.), en el tesoro de Oxus (Museo Británico de Londres y Victoria and Albert Museum), de las que destacan las brácteas repujadas, las placas votivas, las cabezas de oro, el brazalete de cloisonné con cabezas de grifos alados y las cuentas triangulares con granulado que son el paralelo inmediato de una de las caras del collar de Keszthely-Fenékpuszta (Hungría) (Fig. 5. 1). 88 Otra de las técnicas recurrentes en la orfebrería de los pueblos bárbaros, extendida hasta la actualidad, es el dorado aplicado sobre un metal de menor valor, con fines de imitación del oro macizo, o intencionadamente para obtener combinaciones de tonalidades entre el oro y la plata especialmente, que se documentan en objetos de gran valor artístico, como el par de f íbulas de arco de Répcelak (Hungría) del tercer cuarto del siglo V (Fig. 3. 1), o la hebilla de plata nielada con inscripción rúnica (Fig. 1) (ambas procedentes del Museo Nacional de Hungria, Budapest), o las f íbulas de plata de la tumba de una adolescente de Balleure (municipio de Etrigny, Saône-et-Loire, procedente del Museo Denon, Chalon-sur-Saône, Francia) (Fig. 3.4). La tradición del dorado sobre otro metal, especialmente la plata, en ocasiones sobre bronce, como sucede en el Broche de cinturón de Baamorto (Museo Provincial de Lugo) (Fig. 5. 4) y el anillo de la tumba de Keszthely-Fenékpuszta (Hungría) (Fig. 3. 2), es una técnica artesanal orfebre que presenta una tradición de al menos 3.000 años. Si tenemos en cuenta la influencia que el mundo egipcio ejercerá en todas las artes suntuarias en los siglos posteriores, así como la extensión e integración en las tradiciones técnicas siguientes, entenderemos que el dorado, como recurso perfeccionado sumamente utilizado y explotado en todas sus posibilidades, lo encontramos ya en la orfebrería egipcia, así como en las artes de policromías y dorados de este momento. El oro era abundante y se extraía de los depósitos fluviales próximos y posteriormente cribado de la arena, así como de la roca de cuarzo por fractura con martillos, separación a fuego y posterior lavado en el Nilo (Garnet 1972: 39, 40). En la técnica del dorado se aplicaba, al igual que encontramos en las piezas antes referenciadas, el oro en pan, lámina o en chapa con todas las posibles fórmulas de unión con el metal de base. El uso reiterado de la lámina aplicada mediante diferentes procedimientos se debe al uso de técnica del martillado, cada vez más perfeccionada, hasta el punto de superar el espesor mínimo de las placas sumerias de las tumbas de Ur, para obtener el finísimo pan de oro de hasta 6 micras de espesor (Garnet 1972: 39, 40), aplicados la mayor parte de las veces sobre un alma de madera. Si la placa era de espesor medio gruesa, entonces se fijaba por martillado y adhesivo orgánico a la estructura interior hasta adquirir la forma, pero si ésta era pan de oro se adhería mediante el proceso artesanal conocido como dorado al agua, empleando yeso arcillas y adhesivos orgánicos animales sobre la superficie también de madera. Si el oro fino era aplicado sobre metal, podía adherirse a éste mediante bruñido, aplicando un tipo de fricción en superficie que genera calor y presiona la lámina hasta fijar ésta al metal de base. Encontramos numerosos ejemplos de dorado sobre metal en la orfebrería de la moda póntico-danubiana con placa (Fig. 5.4), (Fig. 3.2) y con pan de oro (Fig. 1.9), (Fig. 3.1) y (Fig. 3.4), en el primer caso, con un espesor mayor y adaptada por martillado al alma de bronce y, en el segundo caso, con lámina fina o pan de oro refundido o con dorado por amalgama de mercurio. El uso de almas de otros materiales y su fijación a estas, además de en el proceso de dorado, lo hayamos también en el uso de la plata batida y recortada, dispuesta sobre alma de madera, esté o no dorada. Tal es caso de los broches de cinturón cómo el de Szabadbattyán (Hungría) de mediados del siglo V (Fig. 1.10 y 1.11), donde identificamos el sistema de remachado, mediante clavos de plata con cabeza esférica que unen el anverso y reverso de una misma placa, que se pliega sobre sí misma para construir el broche. En el interior suponemos hubo un alma de madera, para dar estabilidad y resistencia al metal, y el remachado tenía la función de unir ambas caras de la placa entre sí con la madera, así como ornamentar en forma de tréboles el frontal aprovechando la forma de dichas cabezas de plata. El uso del remachado, como sistema de ensamble, se utiliza con los egipcios y su empleo continuará en la orfebrería hasta la actualidad, por lo que su presencia en objetos de los siglos IV-VI, entre los pueblos bárbaros, es algo de fuerte tradición y común en los sistemas de fabricación, como también reconocemos en el broche de cinturón del «periodo de las migraciones» (Fig. 3.3) de la tumba xxxii de Smolin (Región del sur de Moravia, República Checa). ¿Se puede afirmar que la tecnología egipcia y sus procedimientos llegan hasta el tiempo que nos ocupa y que son el referente, aunque pretérito, de la tradición que estudiamos? Ni qué decir tiene que de ser así, hasta llegar a la tardoantigüedad, van a experimentar transformaciones y adaptaciones a nuevas manos artesanas, aunque no en lo substancial, sí en el perfeccionamiento o adaptación de las técnicas. Así sucede con el cloisonné como proceso sumamente elaborado que identificamos en numerosos objetos de las élites bárbaras: el anillo de la necrópolis de Beiral (Ponte de Lima, Portugal) del siglo V y la f íbula la primera mitad del siglo V (procedente del Convento de Santa Clara, en Beja, Portugal) (Fig.5.6 y 5.7), ambas de oro y granates, o la f íbula de Alovera, de la necrópolis del Camino de la Barca (Guadalajara) del siglo VI, en este caso de bronce dorado con pasta vítrea. Estos objetos están realizados mediante un sistema de cloisonné alveolado con celdillas que albergan las aplicaciones, a base de tabiques de oro macizo o bronce en placa batida, recortada y fijada a la caja por soldadura con aporte de aleación soldante. No obstante, el nivel de maestría ya era destacado en la orfebrería egipcia, incluso pervive el sistema de celda alveolada creada por placas en formas de U, con la diferencia de los materiales aplicados predilectos, éstos de mayor variedad, como la fayenza, diferentes piedras semipreciosas (granate procedente de Assuan, lapislázuli de Afganistán u otras piedras de Sudán y Oriente Medio) o la pasta vítrea con diversidad de colores y otros procedimientos de soldadura y engarce12, como el cloisonné virtuoso del Pectoral de Sit-Hathor-Yunet (regalo su padre Sesostris II, Dinastía XII, alrededor de 1880 a. C.) en oro con incrustaciones de cornalina, lapislázuli, turquesa y granate) (Scott 1964: 228; Lansing 1940:14). El uso de cuentas de oro realizadas mediante la técnica de la lámina plegada con ornamentación por batido a molde (Fig. 2.6) y (Fig. 4.6); el empleo de alambre e hilo de oro obtenido por rodado de lámina (Fig. 4. 4, 5, 6, 7 y 8); el vaciado a la cera con relieve rehundido de oro fundido a molde como en el anillo de Teuderici de Romelle (Samos, Lugo), de los siglos VI-VII, procedente del Museo Arqueológico Nacional (Fig.2.1), hallado en los anillos signatarios del Nuevo Reino y del Periodo Dinástico Tardío (1580-332 a. C) (Lansing 1940:20); el granulado obtenido a partir de hilo cortado y rodado; junto con el procedimiento habitual de reutilización de objetos anteriores, son otras técnicas de orfebrería que, desde que los artesanos egipcios perfeccionaron en su desarrollo, han ido transmitiéndose al resto de las civilizaciones posteriores como una tecnología sobradamente desarrollada, conocida y especializada (Garnet 1972:42). El granulado, por ejemplo, obtenido de diferentes modos y con variedad de opciones ornamentales, presenta un gran desarrollo en este momento, y no como una excepción, ya que en la ciudad de Ur los artesanos sumerios (2.500 a. C.) aplican esta tecnología; posteriormente, en el mundo etrusco, obtendremos el mayor nivel de virtuosismo técnico en el proceso de granulado. De hecho, el granulado egipcio se extiende en su uso hasta el 300 d. C., combinado con la filigrana de hilo sentada, creando formas triangulares en racimo o pirámide (Perea 1991: 175), de gran similitud a las realizadas en una de las caras del collar de la tumba número 5 de Keszthely-Fenékpuszta (Hungría), de finales del siglo VI principios del siglo VII (Balatoni Museum, Keszthely, Hungría) (Fig.5.1)13. ¿Quiere esto decir que los objetos de las élites bárbaras mantienen en su ejecución una tradición foránea, histórica, milenaria y dominada ya con anterioridad? 12 «La caja la realizan con pequeñas tiras de lámina de oro soldada a la placa base, creando las celdillas, mediante soldadura coloidal dura o soldadura suave con aleación de punto de fusión más bajo con natrón, un mineral natural. Para fijar las piezas en cada celdilla se empleaba una pasta de cemento» (Garnet 1972: 42). 13 La estructura ornamental triangular del granulado, así como su combinación con la filigrana sentada de hilo de oro en ondas, según Ambrose Lansing, es fruto de la suma entre la tradición egipcia de dos mil años antes y la orfebrería greco-romana, que se han ido fusionando a lo largo de estos últimos siglos, entre el 300 a. C. y 300 d. C. (Lansing 1940: 24). Es evidente que sí, por ello la técnica empleada, de marcado carácter oriental, se mantiene hasta ese momento. El empleo del tocado con tejido y aplicaciones de oro cosidas ya vistas (brácteas de oro de Mérida por ejemplo), hallan también en Egipto un paralelo como objeto de lujo para el cabello, a modo de velo que cubre toda la cabeza, realizado en oro y con las incrustaciones de cornalina y pasta vítrea, como vemos en el tocado de una dama de la corte del reinado de Tutmosis III (1501-1447 a. C.) (Lansing 1940:16). En cuanto a la técnica de ejecución de las brácteas de disco de la tumba de mujer adulta de Mérida (primera mitad del siglo V), realizadas en oro batido, recortado, troquelado y perforado, que buscan imitar la ornamentación de alambre de oro perlado con organarium, que sí encontramos en el collar-diadema de la misma necrópolis, es ya habitual su uso en objetos de tocado y ornamento femenino también en la orfebrería egipcia grecorromana, como vemos en la cadena de Taposiris Magna del siglo III a. C., la cadena de la Bahía de Abuqir, o el Collar en forma de red con eslabones semiesféricos, supuestamente del Fayum, en este caso sí con alambre perlado por organarium y soldado a la placa batida y repujada (Petrina 2014:40 y 41). Esta orfebrería egipcia que evoluciona influida por nuevas tendencias que se fusionan con su propia tradición, marcará la tecnología posterior, y al igual que la tradición sumeria permanecerán de algún modo en los sistemas de ejecución de orfebrería posterior, como la etrusca, grecorromana, bizantina o la los pueblos bárbaros que nos ocupan. Sabemos que la organización de los talleres de orfebres que trabajaban para la corte, estaban perfectamente organizados14, por lo que no es de extrañar que pensemos, todo lo contrario, que el sistema de fabricación exige la presencia de talleres similares en el tiempo de los bárbaros, estructurados en base a cada uno de los procedimientos a realizar en su orfebrería, con la factura de igual precisión, que 2.500 años antes ya encontramos en esta franja del Mediterráneo. Además, es interesante ver como la plata ya era importada desde Asia en este momento, nos hace ver de nuevo que estamos ante un comercio habitual entre Oriente próximo y el lejano Oriente, como ya indicábamos en los pueblos sumerios. También el uso del vídrio es algo común a todas las civilizaciones del mediterráneo y mantendrá su uso en la orfebrería de los bárbaros. Si analizamos objetos como los pendientes de la tumba XXXII de Smolin del «periodo de las migraciones» (Fig. 4. 6), la f íbula de Krakovany-Stráže de la segunda mitad del siglo III (Fig.4.7), el collar con crismón de Répcelak (Hungría) del tercer cuarto del siglo V (Fig. 4.8) y el collar de la tumba 5 de Keszthely-Fenékpuszta, de finales del siglo VI-principios del siglo VII (Fig. 5.1), veremos que existe una técnica común ya referenciada antes, el granulado. Como se ha avanzado, en la orfebrería del periodo etrusco (silgo XI-IV a. C.) es cuando encontramos un nivel de granulado superior, al que vinculamos por pervivencia tecnológica la mayor similitud a las piezas estudiadas. Los cuatro ejemplos referidos presentan unas proporciones en el tipo de gránulo variable, que podemos relacionar con la orfebrería troyana y griega principalmente: collar Keszthely-Fenékpuszta 1,1mm de gránulo de mayor tamaño a 0,7mm de diámetro, la f íbula de Krakovany-Stráže entre 0,25 y 0,4mm de gránulo e hilo de 0,12mm de sección, los pendientes de Smolin 0,6- 0,9mm y el collar con 14 «Se tiene conocimiento de la existencia de un «jefe de los fabricantes de oro fino» (Papiro funerario del Museo Británico, para Neferronpet, que vivió alrededor del año 1300 a. C.). Encontramos aquí ya la referencia a un artesano y «jefe», lo que nos indica la existencia de una jerarquía» (Garnet 1972: 41). Existen además representaciones de talleres de joyería donde se observa la estructura del trabajo organizado, las herramientas empleadas, el tipo de objetos fabricados, los sistemas de calibrado de los materiales, incluso el procedimiento de vidrio soplado, o la fundición del metal (Henry 1972). Hablamos pues de talleres reales para una minoría, para una élite. 89 crismón 0,6-1mm.15 Por lo tanto, no identificamos ni el granulado etrusco ni el sumerio en cuando a escala, pero sí se mantiene la tecnología de fabricación y el sistema de soldadura. Sin embargo, en estos objetos de las élites bárbaras identificamos esta pervivencia etrusca en el preciosismo ornamental, riqueza técnica, laboriosidad tecnológica, el dominio del proceso de soldadura y la escala de los objetos con tendencia a ser pequeña, lo que nos hace pensar que empleaban sistemas de visión aumentada para trabajar con precisión16. El comercio intenso en el Mediterráneo y la comunicación constante entre pueblos y culturas, favoreció el intercambio no sólo de materias primas, sino de los objetos en sí, y probablemente de alguna manera los procesos tecnológicos de orfebres se comparten y se adquieren, hasta ser integrados en nuevas formas de ejecución. El comercio marítimo intensificado con los fenicios (1.200-539 a. C.), extendió también sus técnicas de orfebrería como el uso de esmaltes, piedras talladas, la lámina repujada y el dorado, en este caso sobre cobre, como se aprecia en el Pectoral del rey Ip Chemu Abi que representa un halcón (siglo XIX a. C.), de oro repujado (Museo del Louvre, París.) o el anillo signatario fenicio del yacimiento arqueológico ‘Casa del Obispo’, en Cádiz (siglo VII a. C.). Así mismo, ellos extienden el comercio de cadenas loop in loop de eslabones encadenados, que aparecen por primera vez en Troya y se extienden desde allí gracias a las corrientes comerciales fenicias, haciéndose el uso de estas cadenas muy abundantes en la costa sirio-palestina y que encontramos frecuentemente en la orfebrería de los pueblos bárbaros (Fig. 4.8), como en el collar con crismón de Répcelak (Hungría) o el collar de los depósitos funerarios de la tumba femenina de Hochfelden (Francia), siglo V. Si regresamos de nuevo al conjunto de placas de oro ornamentales de vestimenta (brácteas) de la necrópolis de Mérida, en su variedad: de disco, cuadradas, en espiral o piramidales (Fig. 4.2) y atendemos a cómo están realizadas y cuáles pudieron ser sus referentes, más allá de los coetáneos cronológicos, a mayores de los paralelos milenarios establecidos anteriormente, es imprescindible hacer referencia al Tesoro de Tillya Tepe en Oriente Medio del año 100 a. C. (Afganistán) y descubierto en 1978, concretamente a las cinco tumbas de mujer que se encontraron cubiertas de joyas, pendientes y brácteas de oro de diversas formas: rosetas, cuadrados, cilindros, etc.17 Éstas se disponen sobre el torso y formando parte de la indumentaria exterior, alineadas, en unas tumbas próximas a la cabeza y en otras a modo de banda recorriendo el cuerpo. Se trata de las aplicaciones de oro sobre tejido realizadas a partir de placas de oro batido, repujado y recortado de excesiva similitud a las placas de Mérida (Fig. 4.2), así como las cajas circulares con guarnición de lámina de oro batido, halladas en estas tumbas y que son claramente iguales a las encontradas en el collar de los depósitos funerarios de la Tumba de una adolescente de Balleure de principios del siglo V (municipio de Etrigny, Saône-et-Loire, Francia) (Fig. 5.3). 15 «Los etruscos utilizan gránulos muy pequeños (0,14 mm en lugar de granos 2mm usados por los sumerios, 1.1 a 0.4mm granos utilizados por los troyanos y granos 0.25mm utilizado por los griegos)» (Perea-Montero-Gutiérrez-Climent-Font 2008: 119). 16 Hablamos de pervivencia etrusca que será posible identificar a través de la tradición griega y romana, a la que se suma la fuerte influencia estilística oriental. Tenemos como ejemplo las representaciones de damas romanas de ‘El Fayum’ en sus retratos funerarios, donde observamos la presencia de diademas, el tipo de pendientes y collares, así como un tocado ataviado de ornamentación en placas de oro, éste ya imitado con tejido enyesado y policromado que rodea la tabla, sobre la que se pinta el retrato. 17 ‘Tesoro de Tillya Tepe’, ‘Tesoro de Kabul’ o ‘El tesoro de la Colina del Oro’. Región de Amu-Daria. Excavado por Víktor Sarianidi en 1978 y 1979, miembro de un equipo afgano-soviético financiado por la Academia de Ciencias de Moscú: «Jamás se han encontrado en un mismo lugar tantos objetos de la antigüedad, procedentes de tantas culturas diferentes: espejos chinos, adornos griegos, dagas de Siberia, monedas de origen romano o indio» (Sarianidi 1990). 90 Seiscientos años antes, el tipo de bráctea de disco de oro batido y repujado imitando el puntillado que ya hallábamos a su vez 4.600 años a. C. en la Necrópolis de Varna (actual Bulgaria) nos hablan de una tradición milenaria, donde el uso de placas de oro para ornamentar partes de la vestimenta había sido algo habitual, en el Mediterráneo Oriental, Oriente Próximo y Oriente Medio a lo largo de cinco milenios, y que ahora las élites bárbaras hacen llegar a través de la moda póntico-danubiana hasta lugares como Mérida, en el extremo occidente. Encontramos un elemento también reiteradamente empleado por las mujeres de las élites bárbaras, en esta necrópolis de Tillya Tepe, los alfileres o acus, para fijar el tocado a la cabeza sobre las orejas, sosteniendo las telas engalanadas (Fig. 2.7). Pero si con unos talleres concretos se ha relacionado la orfebrería de las élites de los «príncipes bárbaros», ha sido con los de Constantinopla, talleres de orfebres bizantinos (auríferes specierum) que pudieron exportar o comerciar objetos ante su posible demanda18. Si analizamos la orfebrería bizantina (395-1050 d. C.), así como la indumentaria y las prácticas de ornamento y tocado, especialmente en las mujeres, encontraremos sin duda un paralelismo claro. No obstante y después de las relaciones establecidas a nivel técnico en la fabricación de los mismos, hay que tener en cuenta que la tradición bizantina es heredera de todas aquellas referidas anteriormente, mediante un proceso de fusión y reutilización de esquemas y patrones tecnológicos, al igual que otras civilizaciones lo hicieron antes. Es en la indumentaria donde hallamos la máxima exuberancia del ornamento de Oriente, gracias al empleo de piedras preciosas, sedas ricas19 y esencialmente el oro, combinando los brocados con la pedrería, en manos, zapatos y vestimenta. El superhumeral, el maniakis y el tablion, eran elementos de la indumentaria de carácter regio que se ornamentaban con orfebrería y bordados, aunando la tradición romana con el tipo de prendas de vestir y la influencia intensa oriental con la riqueza de los materiales que se empleaban, damascos, bordados y tejidos de oro (Ducellier-Kaplan-Martin 1989: 154). Pero si tenemos que destacar algún adelanto a nivel tecnológico podemos decir que los procesos de fabricación ya están completamente desarrollados y perfeccionados, por lo que en estos talleres así como en la orfebrería posterior se producirá un fenómeno de pervivencia de la tradición, transmisión y enseñanza, de marcado carácter oriental, atendiendo a las múltiples épocas que les han precedido. Asistimos en esencia a la creación de repertorios iconográficos, al nacimiento de tipologías específicas para estas indumentarias concretas y probablemente, al empeño y diferencia que concentrará toda su atención en el diseño y en la forma. Es 18 «Los motivos y los estilos en la joyería bizantina temprana solo pueden ser explicados por la importante influencia, de un taller o grupo de talleres. Este taller o agrupación se encontraba probablemente en Constantinopla, donde la producción de joyería se puede dividir en tres sectores: Producción de insignias para altos funcionarios y élite militar realizados por los bárbaros y/o orfebres; la Producción de insignias imperiales y joyería realizada por auríferes specierum y la producción de hombres y mujeres ordinarios. No es fácil saber qué sector fue el responsable de la creación de la «moda interregional», aunque sabemos que la joyería imperial fue creada por auríferes specierum (orfebres de joyas). Los auríferes solidorum eran los que acuñaban moneda de oro. El que crea pues la moda y las influencias es la joyería imperial y la moda interregional se extiende y difunde a través de modelos, libros de patrones o artesanos viajeros» (Stolz 2010:37). 19 «Hay muchos oficios manuales que no son descritos en el ‘Libro del Eparca’, pero sí en otras fuentes. No obstante, la industria de la seda y los gremios son importantes. Cuidadosamente desglosada para así evitar cualquier concentración vertical: comerciantes seda cruda, fabricantes de telas, aprestadores, comerciantes de ropas fabricadas in situ, comerciantes de sederías importadas; se dice que la seda es un material imperial que sirve para confeccionar los vestidos del emperador, de la corte y de los dignatarios y para los regalos del emperador a los extranjeros; su exportación está casi prohibida: la seda es un producto político, severamente controlado.» Ducellier, Kaplan Martin (1989: 154). el momento de proceder a combinar todas las técnicas de ejecución, para obtener todo tipo de diseños ricos y fastuosos. Así como existe ese vínculo entre la orfebrería bizantina y la de las élites bárbaras, de manera coetánea y con fuerte proximidad geográfica, no la hallamos en los pueblos eslavos de entre el siglo VI al X, salvo en ciertas excepciones. Analizando diversas tipologías de objetos en su función y diseño, podemos decir que los modelos eslavos difieren mucho de los creados, en la misma cronología, por los pueblos bárbaros, aunque sí encontramos similitudes en los aspectos tecnológicos (Szymons 2010:167 y 170). Hallamos un elemento similar en ejecución e incluso en diseño en los pendientes de filigrana en oro del museo Mikulov de Chequia (Fig. 4.6), donde encontramos semiesferas de lámina soldados entre sí y con posterior filigrana y granulado superpuesto, para los que se utiliza el proceso de ejecución de los aretes tipo Borschchevka, basados en un ejemplo de Torsta, Suecia. Se sueldan entre sí en la parte central, utilizando un hilo troquelado por organarium. También destacamos la fabricación de hilos de oro con formas concretas, tal y como hallamos en la f íbula de filigrana de Bratislava, Eslovaquia (Fig. 4.7), donde el hilo una vez fundido en molde y batido o entorchado, se enrolla sobre un alma de metal de un diámetro específico, a continuación se corta y se obtienen muchos hilos en forma de herradura, con el mismo tamaño. Igualmente sucede si empleamos una U de metal sobre la que entretejemos en zigzag el hilo de oro, que después se corta y de él se obtienen lágrimas de hilo. Tanto con las C y las U se procede a la soldadura de la filigrana, sobre la que se procederá a continuación a realizar el granulado y su soldado. Se puede decir que estos son los procedimientos técnicos contemporáneos entre ambas tradiciones, a su vez llenas de variaciones y matices.20 Conclusiones El estudio de los elementos de vestimenta personal en contexto funerario, pertenecientes a las élites bárbaras Occidentales, se aborda, generalmente, desde una perspectiva tipo-cronológica, apoyándose en el registro arqueológico. La presencia de objetos en oro en estas inhumaciones socialmente privilegiados, desde el Mar Negro al Norte de África, es recurrente, informándonos sobre el status del individuo, los ritos y prácticas funerarias. Sin embargo, conocemos todavía muy poco sobre las técnicas de fabricación, que revelarán aspectos claves para comprender el comercio y el valor de estos objetos más allá de su función estrictamente ornamental. En la conocida como moda póntico-danubiana, los elementos más relevantes son precisamente, los fabricados en oro. Las conocidas como «tumbas principescas», con una variada y rica serie de depósitos y ajuares (elementos de vestimenta y/o adorno personal), evidencian el elevado status de estos individuos, conformando 20 La influencia de Bizancio en los pueblos Eslavos se produce principalmente al Norte del Bajo Danubio, gracias a los artesanos itinerantes bizantinos, posteriormente esta influencia se extiende al centro de Europa a través de los nómadas de la zona de la Estepa. Y por último, durante el período de la Gran Moravia, las técnicas de la filigrana y granulado, tal y como se ha visto, unifican las influencias bizantinas, orientales y adriáticas y llegan hasta los eslavos del norte y los occidentales. A mediados del siglo XI, llegan las técnicas del cloisonnée, nielado y las variaciones de filigrana. Por lo que los pueblos eslavos, realizarán estas técnicas de manera más tardía que los artesanos de los bárbaros ya que la f íbula de Bratislava es del 2ª mitad del siglo III y los pendientes de filigrana de Chequia del siglo V. Lo que vincula directamente la orfebrería que nos ocupa mayormente al mundo Egipcio, posteriormente Etrusco y directamente al Bizantino. Por lo tanto estamos ante la entrada de la tradición transmitida a través de los artesanos nómadas del imperio bizantino y no de los coetáneos y vecinos eslavos. un escenario privilegiado para el estudio de las élites bárbaras a través de los ritos y prácticas funerarias. Las denominadas como «Grandes Migraciones» y/o «Invasiones» bárbaras, que tuvieron lugar entre los siglos IV y VI en el Occidente europeo, constituyen el punto de llegada de un complejo proceso migratorio de amplia diacronía desde al menos el siglo I. Entre los numerosos objetos que componen los ajuares funerarios de estas élites destaca la orfebrería en oro y plata lo que nos ha permitido, a través del estudio de las técnicas de producción y los mecanismos de distribución, aproximarnos al estudio de quiénes los han elaborado: los artesanos de los «príncipes bárbaros». Estamos ante talleres de producción permanentes y/o itinerantes cuyo radio de acción se extiende desde el Mar Negro al Norte de África; es decir, el ámbito espacial por el que se propaga esta moda de vestimenta común, representativa de las élites bárbaras que alcanza su máxima difusión entre los siglos IV y VI. No estamos, por tanto, ante objetos que se vinculen a grupos poblacionales concretos (Suevos, Vándalos, Alanos, Godos, etc.), identificativos de los mismos, sino ante elementos distintivos de rango social y poder socio-político. Se trata de objetos de orfebrería en oro y plata, de un elevado valor económico, artístico y técnico en su contexto. Realizados mediante procedimientos de ejecución muy diversos y combinados a su vez entre sí, en una misma pieza, como algo recurrente. Tras un primer estudio analítico de 200 objetos aproximadamente con todos sus apliques y elementos compositivos, se identifican una variedad importante de técnicas de fabricación: fusión (metal fundido vaciado a molde y fusión para posterior batido), vaciado a la cera perdida, lámina batida, plata sobredorada (mediante lámina o baño), recortado, repujado, repujado embutido, talla incisa, estampado por impresión, estampado por repujado, filigrana sentada y filigrana calada (en ambos casos con fabricación de hilo por torsión, hilo a molde y batido, e hilo perlado por organarium), granulado, embutido sobre macizo, cloisonné y engarzado. Los sistemas de ensamble se realizan por remachado o con el método más complejo y preciso, la soldadura, en todas sus variantes, hasta obtener resultados virtuosos como en la f íbula de plata y oro de la tumba nº11 de Krakovany-Stráže (Museo Nacional de Bratislava). En cuanto a los acabados, identificamos el limado, lijado, pulido, limpieza y abrillantado, para lograr texturas diferentes en el objeto. A esto hay que añadir, el uso de pasta vítrea, materiales como el nácar y las perlas y, especialmente, piedras preciosas y semipreciosas (granate, zafiro, lapislázuli y ámbar). Las conclusiones del proceso analítico permiten identificar una gran complejidad en el proceso de ejecución desde su carácter tecnológico y estético. Son objetos que presentan un diseño previo y sus correspondientes variaciones, planificación del trabajo en fases diferenciadas y requieren de un espacio de fabricación con una perfecta infraestructura y variedad de herramientas. Es orfebrería manufacturada, con cierto mecanizado en algunos procesos, así como semi-industrial en la producción y seriado en ocasiones. El manejo de las diferentes temperaturas para la manipulación del metal es excepcional y la combinación de técnicas en un mismo objeto sobresaliente. Estamos ante la fabricación de una orfebrería de clara tradición técnica y completamente organizada. Puede decirse que de tradición milenaria y más que con identidad cultural diferenciada, sí con carácter tecnológico artesanal propio, fruto de la fusión de tradiciones y mestizaje, de un grupo de individuos que aplican procesos conocidos y transmitidos entre generaciones, que adaptan o orientan estas técnicas a los diseños-tipos propios de una moda en cuestión, esta sí de marcado carácter cultural y diferenciador. Necesariamente tiene que existir un cuerpo de artesanos, con formación y jerarquía que desarrolla esta producción, desembocando en lo que serán en la Plena Edad Media, los gremios de orfebres, plateros y doradores, entre otros. 91 Bibliografía • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 92 Almeida, C. A. F. de (1962): «Arte visigótica em Portugal», O Arqueólogo Português, nova série 4, 15-278. Almeida, C. A. F. de (1986): «A propósito da Galicia sueva de Casimiro Torres», Gallaecia 5, 305-316. Armbruster, B. - Comendador, B. - Montero, I. - Perea, A. - Pernot, M. (2003): «Tools and tool marks, Gold and bronze metallurgy in Western Europe during the Bronze and Early Iron Age», in: Archaeometallurgy in Europe (International Conference Proceedings), vol. 1, Milán, 255-266. Almeida, B. (2000): Goldschmiedekunst und Bronzetechnik. Studien zum Metallhandwerk der Atlantischen Bronzezeit auf der Iberischen Halbinsel (Monographies Instrumentum 15), Montagnac. Arezes, A. 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Puntillado, por repujado embutido a cincel y Nielado. 6 Nielado de plata y plomo (incrustación de esmalte fundido). 7. Incisión. 8. Ensamblaje macho-hembra, sin soldadura. 9. Plata Fundida y Sobredorada con lámina. 10 y 11. Plata batida en frío, recocida, recortada, plegada y remachada. Posible alma de madera, hoy no conservada. Acabado: limado, lijado y pulido. (© J. López Quiroga - N. Figueiras Pimentel) 1 3 2 4 5 7 8 10 94 6 9 11 1 2 Fusión de metal (oro fundido), vaciado a molde y calado por calor-fusión (opus interrasile) 4 Fusión de metal (plata fundida), vaciado a molde y posteriormente recortado, martillado y moldeado en caliente Fig. 2. Técnicas de fabricación: Fundido y vaciado (© J. López Quiroga N. Figueiras Pimentel) Fusión de meyal (oro fundido), vaciado de molde, posteriormente batido y moldeado en frío 3 Fusión de metal (oro fundido), vaciado a molde y posteriormente martillado en frío 5 6 7 Vaciado de oro a la cera perdida y en macizo 8 Fusión de metal (plata fundida), vaciado a molde, posteriormente martillado, trepanado y noldeado en caliente Fusión de metal (plata fundida), vaciado a molde en macizo, posteriormente martillado, tallado con incisión y moldeado en caliente 95 Fig. 3. Técnicas de fabricación: Batido y dorado (© J. López Quiroga N. Figueiras Pimentel) 1 2 3 4 5 96 1 3 Fig. 4. Técnicas de fabricación: Repujado y filigrana (© J. López Quiroga N. Figueiras Pimentel) 2 4 5 7 6 97 Fig. 3. Técnicas de fabricación: Aplicaciones (© J. López Quiroga N. Figueiras Pimentel) 1 2 4 3 5 6 7 98